2007-09-05

013

13. Los anteriores trozos, entresacados de una traducción del 'Evangelio de San Juan', pueden ser ante todo una invitación a leerlo y saborearlo completo (así como a los otros tres); pero a la vez nos aproximan un poco a una respuesta a la pregunta antes planteada: '¿quién es Jesús?'; en particular, a la que 'Juan' da a los destinatarios de su escrito, en que el autor expresa su persuasión y la de la comunidad con que él se identifica: sea (si de veras lo escribió Juan) la de los Doce y aquélla, parte y expresión de ésta, a la que él escribe, o (si no) simplemente la Iglesia desde la que él escribe y para la que escribe, tan amplia o estrecha como quiera concebirse, pero, a fin de cuentas, aquella 'comunidad cristiana' que para el autor era presente.

Las palabras con que lo expresa aparecen a veces como suyas: del autor; otras, como del mismo Jesús (en las que dice quién es él o qué es él, o en las que lo da a entender en algún modo); otras no son de él, sino de otros personajes, entre los que se pueden distinguir: los 'amigos' de Jesús, sus 'enemigos', y algunos que parecen ser para con él 'indiferentes'. De todas ellas, algunas en algún modo dicen o 'explican' quién es él; otras, parecen simplemente nombrarlo. Podemos empezar por estas últimas:

Nombran simplemente a Jesús, como para llamarlo o identificarlo, las siguientes expresiones: En palabras de Jesús, 'este ser humano' (01: 51); 'yo, el mismo que te ha estado hablando' (04: 26); 'el mismo que miraste, y el que está hablando contigo' (10: 35). En palabras de otros: 'Jesús, el de Nazaret; el hijo de José' (01: 45); 'Jesús, el hijo de José' (06: 42); 'ése que se llama 'Jesús' (09: 11); 'Jesús, el nazareno' (18: 05); Jesús (20: 31). Todas ellas de por sí no parecen 'predicar' nada acerca de Jesús: se presentan simplemente en 'caso recto' para nombrarlo, para referirse a él, sin afirmar nada de él.

Puede todavía decirse, sin embargo, que algunas de ellas, en el contexto en que fueron pronunciadas, tienen connotaciones significativas, especialmente para quien tenga conocimiento mayor del Antiguo Testamento; como, por ejemplo, 'este ser humano', que podría hacer referencia al libro de Ezequiel; pero eso vale incluso del mismo nombre propio de 'Jesús' (su nombre 'de pila', en un anacronismo), o aun de sus nombres distintivos ('apellidos', en otro): 'el de Nazaret', 'el nazareno', o 'el hijo de José'. Por lo demás, algún connotado tiene aun el pronombre 'yo', dependiendo de quién lo pronuncie y en qué tono...

En el otro extremo semántico, habría que colocar las expresiones puestas en labios de Jesús, y, sobre todo, aquéllas en las que de sí mismo predica un 'atributo' gramatical, que se podrá discutir si es esencial, calificativo, descriptivo o meramente comparativo. En los textos anteriores, aparecen las siguientes (varias de ellas, por cierto, recogidas en el prólogo juanino):

No las repetiré en su integridad, por seleccionar ahora sólo aquéllas en que, a manera de en las 'definiciones', la expresión (dicha por Jesús) se une al pronombre 'yo' por el indicativo presente del verbo [castellano] ser: 'Yo soy tal o tal cosa': De sí mismo, nos dice pues Jesús que él es el Mesías, al que le dicen 'el Cristo' (04: 26); el pan que da la vida (06: 48); el pan lleno de vida, que está bajando desde el cielo (06: 51); la luz del mundo (08:12; 09: 05); el Hijo de Dios (10: 35); la puerta de las borregos (10: 09); el auténtico pastor (10: 14); hijo de Dios (10: 37); la Puesta en Pie (11: 25); la Vida (11: 25); el Señor (13: 13-14); el Maestro (13: 13-14); el camino (14:06-07), la verdad (14:06-07), la vida (14:06-07); y la verdadera vid (15: 01).

A ellas habría que añadir otras pocas expresiones tremendamente explícitas y misteriosas, que no tienen menor fuerza gramatical o semántica que las anteriores: Principalmente, ésta:Yo y el Padre somos uno mismo (10: 26-29).

Y además aquéllas otras en que, sin otro predicado sino el verbal (que deja de ser copulativo) dice simplemente que él 'es' (citado en su inmediato contexto): Si ustedes no tienen la confianza de que yo soy, van a morir con sus pecados (08: 24); (seguida por pregunta de sus interlocutores y respuesta suya a ella: —¿Quién eres tú?— Para empezar, alguien que les está hablando... (08: 25). Y, por último, estas otras dos, del mismo episodio que las inmediatas anteriores: Cuando ustedes alcen a este ser humano, entonces se van a dar cuenta de que yo soy (08: 28-29), y ¡Yo soy, desde antes de que Abraham viniera a la existencia! ): (08: 58).

Cabe recordar, antes de seguir en esto, que la diferenciación entre mayúsculas y minúsculas (y, mucho más, la precisión en las distinciones de su uso) no se daba en el griego en que fue escrito el evangelio, ni, por muchos siglos, en el de sus copistas, por lo que para una apología del uso actual no puede acudirse a textos muy antiguos. Sí, en cambio, el artículo griego da para distinguir claramente entre expresiones como 'yo soy luz' y 'yo soy la luz'; 'soy el hijo de Dios' y 'soy hijo de Dios'...

Puede pasarse ahora a otras expresiones que en Juan aparecen dichas por 'amigos' o 'partidarios' de Jesús, que más directamente, por tanto, reflejarán el pensar o sentir de la comunidad cristiana. A continuación cito algunas de ellas, quizá las más sencillas y directas de entre ellas, indicando quién las dijo o escribió:

El Bautista (01: 29,34): ¡Mírenlo!: ¡El Borrego de Dios, que suprime el pecado de este mundo..! (...) Yo atestiguo que éste es el Hijo de Dios.

Andrés (01:41): ¡Ya encontramos al Cristo! (que quiere decir 'el Libertador' [el escogido y consagrado por Dios, al que todos estábamos esperando].

Felipe (01: 45): ¡Ya encontramos al mismo de quien Moisés escribió en La Ley, y de quien también escribieron Los Profetas!: Es Jesús, el de Nazaret; el hijo de José.

Natanael (01:49): ¡Rabino!: ¡Tú eres el hijo de Dios! ¡Eres un rey de Israel!

La gente (de la otra ribera del Lago Galileo) (06: 14): ¡De veras que éste es el profeta que el mundo estaba esperando!

La gente (en Jerusalén, en la fiesta de las Enramadas) (07: 12): ¡Es una buena persona! (07: 40): ¡De veras que éste es el Profeta!, ¡Este es el Cristo!

La gente (en Jerusalén, en vísperas de la última Pascua) (12: 13): ¡Bendito es el que viene en nombre del Señor! ¡Bendígalo el Reino de Israel! ¡Recíbalo, que ya llegó su Rey!

Magdalena, la mañana de la Pascua (20: 13): Porque quitaron a mi Señor, y no sé donde lo pusieron; (20: 16): ¡Rabino! (que quiere decir: '¡Maestro!').

Tomás (20: 28): ¡Señor mío y Dios mío!

El evangelista (20: 31): Estas cosas fueron escritas para que ustedes tengan la confianza de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.

Si no de un 'amigo', tampoco parece ser de un 'enemigo', sino simplemente de un 'indiferente' la expresión escrita por Pilato para indicar en la cruz la causa de Jesús (19: 19): Jesús el Nazareno, el rey de los judios.

Por último, dejando algún quehacer a otros, quiero volver al Bautista, por una expresión no tan citada que usa él refiriéndola a Jesús (03: 27,29): Nadie puede agarrar nada, sino lo que desde el cielo se le da. (...) El que está abrazado con la novia, ése es el novio. Y el amigo del novio, el que está al pendiente y escuchando, se llena de alegría al oír lo que el novio está diciendo. ¡Y ésta alegría mía es la que ya se me completó a mí!

De Jesús, pues, si bien en una comparación, también se dijo que era 'el novio' (lo cual nos sugiere revisar las expresiones todas anteriores, por deslindar, si se puede, las 'comparativas' y las 'no comparativas', las 'literales' y las 'metafóricas'... de lo cual trataremos más abajo.

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