2005-07-31

Presentación de Ignacio

Este escrito tiene dos o tres años. Hoy, 31 de julio, día en que la iglesia católica recuerda a Ignacio de Loyola, lo comparto, por si a alguien quiere saber algo de él, o quiere conocer lo central de los tan famosos como misteriosos 'secretos de los jesuitas'.

Es obvio que el texto original lo escribí para Sonora. Pero las referencias a la misma pueden fácilmente sustituirse por análodas a (casi) cualquier otra región.


a Dios se le sirve sirviendo a los humanos

Félix, s.I.


1. Soy Ignacio de Loyola. En la España de hace cinco siglos, la de los descubrimientos y conquistas, mi adolescencia transcurría en la corte de Fernando el Rey Católico, gracias a muy añejas amistades de mis padres.

Llegué así a mis veinticinco años, sin más afán que el de acomodarme bien en mi mundo, como cualquier joven de ahora: soñaba en dominar.., y no veía otro camino que el de aceptar también ser dominado. Aspiraba a una dama de la más alta sociedad, y no quería servir sino a los más grandes señores, para lucrar de ellos y exigir que me sirvieran quienes no hubieran logrado treparse tan alto como yo.

Mi ansia por ser más me llevó a embarcarme en una aventura militar, de la que salí herido y derrotado. Mi despertar fue duro, con una pierna destrozada que dolía y me inutilizaba por completo. Y con meses de obligado ocio, primero en cama, después en un sillón...


2. Horas y horas de soñar y divagar me llevaron al planteo fundamental: ¿en qué se me está yendo la vida?, ¿a qué quiero dedicarla? O, en otras palabras, ¿qué estoy haciendo de mí mismo?, ¿qué quiero hacer de mí en delante?

No hallando con qué desaburrirme, empecé a leer el Evangelio. Y poco a poco empecé a cambiar mis sueños, y a sentirme con éstos nuevos más en paz que con los anteriores. Y me decidí por un nuevo amor y por un nuevo servicio: no amaría ya sino a Jesús y no serviría ya sino a mi Dios.

Emprendí un nuevo andar y hacer camino, con largos meses de saborear detalle a detalle el Evangelio. Y comprendí que no había otro amor a Dios que el de Jesús, ni otro servicio a Dios que el que se hace a los humanos.

Y me lancé a invitar a otros a vivir una experiencia semejante a la mía, y a seguir de cerca a Jesús, en el amor y servicio a los más débiles y pobres, con quienes compartía yo el pan que mendigaba, y a quienes les hablaba de Jesús.

Lo hacía sin ningún título, y provoqué por eso la desconfianza de las autoridades religiosas, que, según los estilos de mi época, hasta en la cárcel me encerraron.

Eso me decidió a estudiar: No por lograr una posición económica o un instrumento de prestigio o de dominio, sino para mejorar mi capacidad de servicio y para que me reconocieran la libertad de comunicar a otros la buena noticia de Jesús.

En la universidad hallé buenos amigos entre los pobres, y supe contagiar a algunos de ellos mis ideales, hasta que nos comprometimos a formar un grupo: para acompañar a Jesús, que vino a servir, no a ser servido, y para hacernos también compañeros entre nosotros, ayudándonos a ser leales en la entrega total nuestra a Jesús y a su causa.


3. Armados ya con título universitario, servíamos a los enfermos de los hospitales públicos, visitábamos a los presos y dábamos a las prostitutas y a los pobres la Buena Noticia de Jesús, considerando que era lo mejor que podíamos hacer para servir a los demás.

La vida nos llevó a Roma y a entrevistarnos con el Papa. Nos alegró recibir permiso de él para ser ordenados de presbíteros, porque veíamos en el presbiterado una excelente herramienta de servicio. No teníamos otro anhelo que el de servir a Dios, pero sabíamos que a Dios se le sirve sirviendo a los humanos: que la gloria de Dios está en la plenitud de vida de la familia humana.

El grupo, convertido en Compañía de Jesús por decisión del Papa, me pidió un nuevo servicio: el de ayudar a mantenernos coordinados y unidos; servicio tanto más necesario cuanto que ya para esas fechas Xavier, uno de los primeros compañeros (hoy patrono de los quehaceres 'misionales' de la Iglesia), iba ya de camino a servir al Evangelio y a los pobres en el lejanísimo Japón.


4. Un siglo y poco más había pasado, cuando el joven Eusebio Kino repitió mi misma experiencia: los originales Ejercicios. Y él y sus compañeros a su tiempo dieron a Sonora un muy válido servicio.

El secreto de estos compañeros, como de nosotros, los primeros jesuitas, es sencillo: 1) Todos los seres humanos son iguales, y tienen derecho a vivir y crecer en libertad. 2) No hay otro amor u otro servicio a Dios que el amor y servicio a sus hijos, los humanos, especialmente a quienes más amenazada ven su libertad y su consciencia. 3) Este servir a Dios, que se realiza en las más múltiples tareas, suele acarrear incomprensiones y persecusiones; pero éstas no apartan de Jesús, sino que acercan más a él.


5. He sido reconocido por las autoridades de la Iglesia como un buen acompañante en los asuntos del espíritu, y mis Ejercicios siguen siendo escuela de amor incondicional a Jesús y de servicio: Servicio a él, y sólo a él; servicio que no es real sino en solidaridad de iglesia o comunidad para servir a los humanos, especialmente a los pobres, más presentes al corazón de Dios cuanto su vida se ve más amenzada.

Jesús no distinguió entre samaritanos y judíos, ni Pablo entre judíos, griegos y romanos. Ni hubo para Kino ópata, pima o español, sino tan sólo humanos, tan dignos de confianza y tan sabios y buenos como él. Tampoco yo distinguiría hoy latinoamericano, chino, gringo o musulmán: Me esmeraría en capacitarme mejor para la tarea en que se previera un más eficaz o urgente servicio a los demás, deseoso sólo de servir a todos en respeto y libertad, para gloria de Dios en el crecimiento libre, feliz y armonioso de sus hijos.

Tu servidor,

Ignacio de Loyola, s.I

2005-07-19

Trigo y Cizaña

Invitado por Víctor mi hermano a compartir algún escrito, de mi memoria resumo la 'homilía' de hoy (17 de julio de 2006) en la reunión eucarística del Centro Cultural Universitario de Hermosillo, "preparada" bañándome en mi casa antes de misa, con un balde que llené ayer por la mañana, hora en que suele haber agua, y que se enfrió suficientemente durante la noche.

Ya dije a Víctor que no puliría el estilo, con tal de compartir ya, y, seguro de la benevolencia y comprensión de él, confío tenerla de quienes me lean. Pienso que algo de lo dicho podrá servir de algo...



[Nota: Hoy, martes 19, por la tarde, leeré lo escrito. Si algo le añado, lo encerraré como a esta nota, (exceptuadas correcciones mínimas de mecanografía, ortografía o sintaxis)]





Trigo y Cizaña

FxsI



Mi comentario se ciñe casi a la parábola del trigo y la cizaña, parte del texto evangélico hoy leído. Y lo inicio con un preámbulo:

Si no sé si quedó vivo un alcatraz cuyos tallos y hojas calcinó el verano hermosillense, me espero a la primavera próxima, y, si recrece, no tendré duda de que estaba vivo; como, si entierro un frijol, lo riego y en pocos días sale una plantita, no lo dudaré de él.

Si encuentro tirado un animal que parece ser un perro, no lo entierro para ver si brota un nuevo perro: compruebo, quizá con un espejo a su nariz, si sí o si no respira, y estaré seguro de que está vivo o está muerto.

Pero esta prueba, como la del frijol o el alcatraz, resulta del todo inútil aplicada a un cuerpo humano: tan inútil, por parcial, como un electroencefalograma: Respire o no, con actividad cerebral o sin ella, un hombre puede estar vivo o estar muerto. Por ejemplo:

Quien no ha tomado una sola verdadera decisión, en otras palabras: quien nunca ha amado en ningún grado, no tiene vida humana, y quien influye hoy en mi vivir humano, sin duda que está vivo. Así ciertamente mi papá y mi mamá, o mi hermano Xavier, ninguno de los cuales hoy respira; así también Beethoven o Platón, Gandhi o Ignacio de Loyola..; o los probables nietos de mi sobrina nieta Valeria, que empezó a respirar hace menos de dos meses, y para quienes yo deseo ya un mundo más fraterno.



Y, ahora sí, voy pasando a la parábola: un hermoso cuento que probablemente platicó (o, al menos a él suele atribuirse) un trabajador pobre galileo, hace 2000 años casi ya:

Tal vez vio crecer trigo y cizaña entremezclados (yo apenas he visto sembradíos de trigo, y nunca ciertamente una cizaña), y contó su cuento para platicar acerca de lo que él pensaba y sentía de lo que en su ambiente y cultura decían 'Reino de Dios' o 'Reino de los Cielos'.

Un cuento bonito, que a cualquiera que lo lea o escuche hoy puede decirle algo, y que él mismo interpretó para sus más cercanos...

Desde luego, como lo pudo hacer un trabajador pobre galileo, tan bueno, listo, noble y poeta cuanto queramos, pero tan trabajador pobre como quienes lo escuchaban.

Israelita, por lo tanto, heredero de muy larga y accidentada tradición, narrada y transmitida con alguna ayuda de una buena colección de escritos de diversas épocas y autores, que, en esencia, aún se conservan y se leen.

Aquél trabajador, Jesús, explicó pues su cuento en su mentalidad y en su lenguaje, hablando de Dios, los ángeles y el Diablo, de buenos y de malos, y de una separación final: al fuego o al granero.

Y ellos más o menos lo entendieron.., como nosotros más o menos lo entendemos.



Para mí, había allí, en el fondo, un profundísimo mensaje de esperanza, enmarcado en una muy profunda concepción del hombre y de la historia, expresada en forma muy diferente a las usadas, a manera de ejemplo, por los los Hégeles o los Marxes, o Nezahualcóyotl<, los constructores de la pirámide de Keops, o los destructores de Irak o Afganistan o de las Torres Gemelas y los metros madrileño y londinense>.

¿Cuál es esa concepción del hombre: de la historia y la sociedad, de la conducta y tarea humana, del sentido de la vida de esta Humanidad: la que en algún modo se da hoy en cada uno de nosotros, y que nos abarca a todos los terrícolas de hoy, así como a los del ayer y el anteayer y a los del mañana y del pasado mañana?

Es decir: ¿más o menos cómo me imagino que platicaría o explicaría hoy su cuento ese trabajador de galilea, si tuviera mi cultura y hablara ante ustedes a quienes estoy hablando ahora, en nuestro aquí de hoy?

Ciertamente, quizá contaría su mismo cuento o inventaría otro distinto; pero no lo explicaría como lo hizo: más bien, creo, lo haría diciendo algo como esto:



¿Qué pienso y que siento hoy, al reconsiderar lo que he vivido y sido, y lo que sé de la raza humana de hoy y de lo que me he enterado de su vivir en lo que llevo respirando dentro de ella..?

Constato en mí, así como en la sociedad humana actual, mucho de lo que me gozo y me siento muy profundamente satisfecho.., como mucho que me hace llorar y me da pena y vergüenza... Pero estoy lleno de esperanza y de confianza: en mí, y en esta Humanidad, de la que me honro y me avergüenzo de ser miembro.

Sé que mi libertad es extremadamente limitada, porque yo he hecho que así sea; pero me considero más libre que cuando estaba en el vientre de mi madre, o cuando apenas no sabía hacer otra cosa que dormir y depertar para comer. Y sé también que la raza humana que hoy respira -mis hermanos y colegas- es muy limitadamente libre, pero más libre que cuando empezaba a hablar o a lanzar piedras y no podía hacer otra cosa que dedicarse íntegramente a tratar de comer y perpetuar la especie.

Sé, también, que mi [cronológicamente] primera decisión (¿sería la de sonreírle a mamá, o la de pegarle a mi hermano mayor (o al menor, recién llegado a la familia?). No sé, ni creo algún día podré saberlo... Pero sí sé que esa decisión la tomé sin ser [libre] y siendo libre (¡no entiendo cómo!)... pero, como sea, ni me arrepiento de ella, y creo fue un paso de avance en mi empezar a hacerme yo: a hacerme libre, consciente, amante, responsable...

Creo que, si de veras fue decisión, [afecté a] alguien cercano a mí, a quien, en el fondo, hasta donde pude ser capaz, acepté o rechace, respeté o agredí, [aprehendí] como estorbo o como compañero... Y que así empecé a formarme una mentalidad acerca de mí mismo y acerca de mis terrícolas colegas.

Y estoy seguro [de] que mi decisión no fue la óptima imaginable, como ni tampoco fue la pésima; ni, por tanto, salí de ella confirmado en la virtud o el vicio, ni en la bondad o la maldad...

Ni juzgo muy diversamente respecto a mi segunda decisión, ni a la tercera ni a la cuarta.., ni a las que, más de 66 años después, he tomado el día de hoy.

Como tampoco juzgo muy distinto respecto a la cavernaria decisión de quien se comió a su más flaco colega, de quien murió porque su hijo no muriera, de quien fecundó a diez hembras para que hubiera mejores posibilidades de que la especie no sucumbiera.., como ni de decisiones muy posteriores, [como las que hayan tomado Hitler o la madre Teresa.]

Eso, por un lado. Por otro, pienso que:

La vida humana sí y no se da en individual: Es cierto que en mí hay algo de vida humana; pero también es cierto que la vida humana o es de todos o es de nadie: [que la calidad humana de cualquier vida humana individual afecta la totalidad única y unitaria de la vida humana, que no es otra que la vida humana misma que hay en mí].

Y no sólo eso [lo mi contemporáneo]: Me sé corresponsable y afectado por lo que, bueno o malo, pasó en la conquista de América Latina, en el asesinato del contador de cuentos galileo, en la Revolución Francesa o la compraventa de esclavos, en la explosión de un navegador espacial, [así como] en todo lo que no ha sucedido todavía...

¡Qué tremenda responsabilidad: la de hacerme a mí mismo, y la de hacer la Humanidad!:

No: Tremenda no, pues no me inspira miedo: ¡Feliz, hermosa y bienvenida responsabilidad, que me da un quehacer digno de mí, y que me mueve a jugarme la vida por mí y por mi especie humana, yo y con incontables hermanos y colegas, de empresa, de suerte y de destino!

No me sé bueno ni malo, ni tal sé a la Humanidad... Mejor: bueno y malo me sé, exitoso y fracasado, y así sé a la Humanidad: la de ayer, la de hoy, la de siempre, a la que orgullosa y vergozosamente pertenezco, porque me sé parte de ella, porque confío en ella y porque quiero darme íntegramente a ella...

¿Cómo?: Hoy y aquí, como soy y donde soy, y a quienes me topo en mi ser de cada día, [tales] como ellas y ellos son y sin querer hacer que sean de otra manera: en mi hogar, en mi trabajo, en mi ciudad, en mi divertirme, en mi soñar, en mi llorar, en mi sufrir, en mi gozar: [es decir:] en mi ser; en mi vivir:

No en mi respirar; sí en mi hacerme a mí mismo día con día, instante a instante.., y [en] nuestro hacernos todos, poco a poco, por milenios...

¿No me doy cuenta de cómo anda el mundo? ¿No me doy cuenta de cómo ando? ¿No me doy cuenta..?: Un poquito sí. Y estoy alegre, y confío:

Sé que soy mucho más que mi pensar, que mi desear, que mi deliberar, que mi hacer..: Y sé que lo mismo vale de cualquiera: siglos de subsistencia humana –frágil, caediza, avance y retroceso, rumbo y desvío– me lo atestiguan suficientemente, y me invitan a confiar: en mí, y en los demás, y en mis mentales circunscripciones más cercanas: mi familia, mi comunidad, mi barrio, mi ciudad, mi patria..: abstracciones funcionales, a fin de cuentas, de mi único nosotros: los humanos.

A ello me invita el trozo leído hoy de la Sabiduría, no tan lejana culturalmente del cuentista galileo, así como el salmo recitado, dicho ya más de medio milenio antes de que ellos lo [dijeran o lo] oyeran: "Dios es bueno, compasivo, clemente, indulgente, solidario, justiciero, tierno..."; y Pablo, en otro lenguaje y contexto, muy a su modo nos lo explica:

'El Espíritu está dentro de nosotros, y habla por nosotros: le dice a Dios cosas indecibles, supliendo lo que no sabemos decir, y nos empuja gratis a ser buenos.., porque nos comprende mejor que como nosotros medio nos comprendemos... Podemos, pues, seguir confiando, y no tenemos por qué desanimarmos...'

Algo como eso pienso y siento yo: Estoy seguro [de] que en la persona más deteriorada, por el hambre, por el desamor, por la dinerolatría latría], por el ansia de dominio, por la lujuria, por la drogadicción, por la soledad, por el dolor físico o moral, por el orgullo, la vanidad, el agotamiento, la enfermedad, la ancianidad, la neonatez,.. ¡por lo que sea!.. Estoy seguro de que dentro de él o ella, en algún rincón desconocido (¿en el dedo gordo?, ¿en un lóbulo cerebral? ¿en un alvéolo pulmonar?, ¿debajo de la cama?, ¿en el basurero?, ¿en un san juditas?, ¿en la sección cuarta, departamento siete, del duocécimo nivel del subconsciene?, ¿en los frijoles que anoche me cené?, ¿en la que anuncia kótex en la telenovela?, ¿en el rivotril de anoche?, ¿el canario de la vecina?, ¿el sermón del cura?, ¿la vía láctea?, ¿la llanta ponchada?, ¿el capullo que hoy abrió?, ¿el plomero que no vino?, ¿el joven que me cedió el paso?, ¿la cucaracha que aplasté?... ¿Dónde?, ¿dónde?

No sé. Pero estoy seguro que hay en mí y para mí; es decir, en nosotros –todos– y para nosotros, y siempre (¡siempre!) hay algo que me invita, me compele, pero nunca me violenta, a hacerme más humano, a hacernos más humanos: a crecer en libertad, en amor, en justicia, en paz, en igualdad: A vivir, y vivir más...

Esto, me lo repitió el viernes, sentado en la banqueta como a las tres de la mañana (alguien dirá que ya era sábado), un morro drogo de mi barrio que anda ya en los 16, al preguntarme: '¿por qué será que, por más loco que me pongo, no puedo dejar de sentir [pensar] en veces que no me ayuda esto que hago?'

<(Muy de otro modo lo dijo Confucio, Buda, Sócrates, Juan Evangelista, Tomás de Aquino, Miguel de Cervantes, Martín Lutero, Angelo Giuseppe Roncalli, o muy probablemente un bisabuelo tarahumar en alguna noche de tesgüino...)>



Finalmente: ¿Y lo del final del cuento, y de la explicación que el contador de él dio a sus más inmediatos compañeros?: ¿..lo del horno o el granero, lo de separar, pasada la cosecha, el trigo y la cizaña?

¿Cómo y cuando será ese gran final? ¿Para mí, al dejar yo de respirar..?; ¿para nosotros todos –la Humanidad–, cuando quizá algún día esta nuestra especie llegue a extinguirse?

Más o menos por ahí lo imaginaba el narracuentos.., como imaginaba tal vez una tierra plana, rodeada por un mar donde se bañaba el muy terrible y temido Levitán...

Hoy, creo, él, en mi mentalidad y cultura, aquí nos diría que eso ya es: que en cada instante nuestro el ['juico'] se está haciendo: que lo valedero y positivo, lo auténticamente humano, está siendo acumulado, y lo inválido, negativo e inhumando, está siendo aniquilado, 'quemado por el fuego que nunca se apaga...'

En otras palabras: que 'mucho tiempo después' de un 'bigbang original', en el Universo empezó a hacerse la consciencia, la libertad, el amor..: que algo hemos avanzado, pero que queda mucho por hacer..; que la responsabilidad del todo es nuestra: de todos los seres humanos, y de nuestra innúmera colectividad... Pero que no hay que tener miedo:

El éxito es seguro: Nuestra tarea, nobilisísima tarea, es 'hacer el Amor'; es decir: hacer a Dios, transformar en Dios el Universo.

Y es seguro ese éxito humano, porque él es eterno, poderoso, sabio, libre, y está locamente enamorado de nosotros.., a tal grado, que nos [(para nosotos)] hizo de su Hijo uno de nosotros, porque es nuestro Papá y así nos quiere, y no quiere dejar de querernos y amarnos, seamos como seamos y hagamos lo que hagamos..; aunque le hayamos asesinado a su Hijo..: simplemente, porque así es él y quiere ser así.

Por eso, arriesga por nosotros y con nosotros su ser y vivir mismo: corre del todo nuestra suerte, a riesgo de dejar de ser, porque confía en nosotros verdaderamente: por eso somos lo que somos y ya triunfamos hoy...

Todo esto lo sabemos porque nos lo platicó un trabajador pobre galileo, que nos invita a platicarlo, también hoy, a quienquiera pase cerca de nosotros...



Por último, también dicen que él dijo: "Te doy gracias, Papá, porque das a saber esto a los pobres y sencillos, a los cansados y sufrientes, a quienes invito a ser amigos míos, para que se alivianen y descansen..."

Así es.



[Acabo de escribir un 'así es', que en alguna manera suena a juramento. Quiero añadir hoy otros dos, precedidos cada uno de otro texto. ¿Por qué? Porque, aunque no me considero muy miedoso, no dejo de sentir algun miedillo a la 'Santa Inquisición':

["Credo in unum Deum, Patrem, omnipotentem creatorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibililium..." (symbolum nicaeno-constantinopolitanus, saeculo IV post Domini Iesu Christi Nativitatem)

["Creo en Dios, Padre, todopoderoso creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible..." (símbolo o credo niceno-constantinopolitano, siglo IV de la era cristiana).

["Así es"

[Creo que el credo o símbolo constantinopolitano expresó en forma suficientemente adecuada la 'fe de la Iglesia' en el contexto cultural en el cual y desde el cual fue elaborado y para el cual lo fue; y estoy absolutamente seguro de que ese contexto cultural no es éste mío en el cual, desde el cual y para el cual hoy escribo esto.

["Así es".



[Y anoto, por último, que considero muy difícil, aparte de inútil, tratar de armar un rompecabezas a base de piezas mezlcadas de rompecabezas diferentes, y que considero que ya es ganancia que algunas piezas de un rompecabezas nuevo, aun si fuera aisladas, ayuden a algún miembro de la raza humana a hacerse a sí mismo más humano; a hacer por tanto más humana a nuestra raza toda; es decir: a hacer la Humanidad, a hacer el Amor, a hacer a Dios.



Hermosillo, Sonora, México,

en la madrugada del lunes 18 de julio de 2005,
a los 34° centígrados que marca sobre mi cama
mi japonés termómetro electrónico.

FxsI

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