2007-09-10

NOTA IMPORTANTE

LOS ESCRITOS QUE INMEDIATAMENTE SIGUEN SON SERIADOS, Y VIENEN, COMO SUELE SUCEDER EN LOS BLOGS, DE ABAJO PARA ARRIBA. EL PRIMERO ES EL 000 (publicado el 30 de junio, y archivado -hasta abajo- en '2007-06').

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2007-09-05

015

15. A mi fundamental problema y pregunta de ser, saberme, quererme y hacerme yo, he recibido respuesta y solución de la comunidad cristiana, que la ha convertido en problema y pregunta respectivos a un 'nosotros', en el cual ella halla respuesta y solución en su referencia a Jesús de Nazareth. A la pregunta y problema sobre él, me he asomado a una respuesta: la centrada en el libro que ella hizo y ella guarda como referido al mismo Jesús. Una oteada a él me ha llevado a registrar expresiones como éstas (que agrupo conforme a quien las usa):

Poncio Pilato, en el cartel sobre la causa de Jesús (Jn 19: 19): Jesús el Nazareno, el rey de los judios.

Fiesto, procurador romano de Judea, por el año 60, informando al rey Agripa acerca del prisionero Pablo (Hz 25: 13-19): Se trataba de discusiones contra él acerca de su propia religión, y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo andaba afirmando que está vivo.

Pedro, el día de Pentecostés, ante el pueblo (Hz 02: 14-36): Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, gracias a las maravillosas señales de poder que Dios hizo entre ustedes por medio de él... ¡Ustedes lo suprimieron, clavándolo por medio de la mano de los que no tienen la ley! Pero Dios lo puso en pie de nuevo, librándolo de los sufrimientos de la muerte... ¡A él, Dios lo hizo Señor, y lo hizo Cristo!: A ese mismo Jesús al que crucificaron ustedes...

Algunos paisanos de Jesús lo identifican simplemente por su nombre: 'Jesús, el de Nazaret; el hijo de José' (Jn 01: 45); 'Jesús, el hijo de José' (Jn 06: 42); 'ése que se llama 'Jesús' (Jn 09: 11); 'Jesús, el nazareno' (Jn 18: 05); Jesús (Jn: 20: 31).

Juan el Bautista, más que identificarlo, lo presenta: (Jn 01: 29,34): ¡Mírenlo!: ¡El Borrego de Dios, que suprime el pecado de este mundo..! (...) Yo atestiguo que éste es el Hijo de Dios. - (Jn 03: 27,29): El que está abrazado con la novia, ése es el novio.

Andrés y Felipe, cuando lo empezaban a reconocer, corren la voz a sus amigos: Andrés (Jn 01: 41): ¡Ya encontramos al Cristo! (que quiere decir 'el Libertador' [el escogido y consagrado por Dios, al que todos estábamos esperando]. Felipe (Jn 01: 45): ¡Ya encontramos al mismo de quien Moisés escribió en La Ley, y de quien también escribieron Los Profetas!: Es Jesús, el de Nazaret; el hijo de José.

Natanael dice al mismo Jesús qué piensa de él: (Jn 01:49): ¡Rabino!: ¡Tú eres el hijo de Dios! ¡Eres un rey de Israel!

La gente comenta más o menos lo mismo: En la otra ribera del Lago Galileo: (Jn 06: 14): ¡De veras que éste es el profeta que el mundo estaba esperando!; en Jerusalén, en la fiesta de las Enramadas (Jn 07: 12): ¡Es una buena persona!, (Jn 07: 40): ¡De veras que éste es el Profeta!, ¡Este es el Cristo!; en Jerusalén, en vísperas de la última Pascua (Jn 12: 13): ¡Bendito es el que viene en nombre del Señor! ¡Bendígalo el Reino de Israel! ¡Recíbalo, que ya llegó su Rey!

Pedro, a pregunta de Jesús en un momento crítico, responde por los Doce: (Mt 16: 13-15): —Y, ustedes, ¿quién piensan que soy?— (Mc 08: 27-38): "¡Tú eres el Liberador, el Elegido!"

Magdalena, la mañana de Pascua, explica al jardinero la causa de su llanto (Jn 20: 13): Porque quitaron a mi Señor, y no sé donde lo pusieron; y, al reconocer en él a Jesús, lo saluda (Jn 20: 16): ¡Rabino! (que quiere decir: '¡Maestro!').

Tomás, ocho días después, lo reverencia (Jn 20: 28): ¡Señor mío y Dios mío!

Juan, pasada ya la Pascua, lo identifica para Pedro (Jn 21: 01-24): '¡Es el Señor!'

Jesús se nombra a sí mismo 'este ser humano' (Jn 01: 51); o se identifica de la manera más inequívoca posible: 'yo, el mismo que te ha estado hablando' (Jn 04: 26); 'el mismo que miraste, y el que está hablando contigo' (Jn 10: 35).

Jesús dice también algo más acerca de sí mismo; nombres con los que se describe o se define: el Mesías, al que le dicen 'el Cristo' (Jn 04: 26); el pan que da la vida (Jn 06: 48); el pan lleno de vida, que está bajando desde el cielo (Jn 06: 51); la luz del mundo (Jn 08: 12; 09: 05); el Hijo de Dios (Jn 10: 35); la puerta de las borregos (Jn 10: 09); el auténtico pastor (Jn 10: 14); hijo de Dios (Jn 10: 37); la puesta en pie (Jn 11: 25); la vida (Jn 11: 25); el Señor (Jn 13: 13-14); el Maestro (Jn 13: 13-14); el camino (Jn 14: 06-07); la verdad (Jn 14: 06-07); la vida (Jn 14: 06-07); la verdadera vid (Jn 15: 01).

Jesús mismo utiliza expresiones de otra índole: Yo y el Padre somos uno mismo (Jn 10: 26-29). Y dice simplemente que él 'es': Si ustedes no tienen la confianza de que yo soy, van a morir con sus pecados (Jn 08: 24); y luego, a pregunta de sus interlocutores (¿quién eres tú?), les responde: Para empezar, alguien que les está hablando... (Jn 08:25); y, en el mismo episodio, añade esto: Cuando ustedes alcen a este ser humano, entonces se van a dar cuenta de que yo soy (Jn 08: 28-29): ¡Yo soy, desde antes de que Abraham viniera a la existencia! (Jn 08:58).

Pablo escribió mucho acerca de Jesús, el Cristo. De su inexhaurible material, no recojo sino este breve texto, a los corintios (Co: 01: 15-20): El Hijo amado de Dios es copia de Dios, el invisible, y es hermano mayor de todas las creaturas. ¡Todo fue creado por medio de él y para él! El es anterior a todo, y todo está firme y sólido gracias a él. Y él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. El es el principio: El primero en ser dado a luz de entre los muertos, para ser él mismo el primero de todos en todo: Dios quiso darse este gusto: Hacer que absolutamente todo hallara casa en él, volver a poner en orden todas las cosas por medio de él y para él: Dios puso todo en paz por medio de la sangre de su cruz: Así las cosas terrenas, como las celestiales. ¡Todo por medio de él..!

Mateo registra una genealogía de Jesús de 'tres septenas dobles de generaciones', en la que lo hace descender, por el rey David, de Abraham, padre del pueblo hebreo (Mt 01: 01-17).

Lucas, al narrar la concepción misma de Jesús (Lc 01: 26-38), aporta de él que 'va a ser alguien grande', y 'le dirán "hijo del Altísimo", y Dios, el Señor, le dará la corona de David, su padre; gobernará por siempre sobre la raza y la tierra de Jacob, y su reinado no tendrá término alguno; (...) y le dirán también 'santo' a lo que nazca, y le dirán también "hijo de Dios".'

Juan, el evangelista, dice de Jesús al epilogar su obra(Jn 20: 31): Estas cosas fueron escritas para que ustedes tengan la confianza de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Pero mucho más dice de él al prologarla (Jn 01: 01.18); en resumen, que Jesús es el Logos, Dios, medio o instrumento hacedor de todo, Luz, Vida (o, al menos, depósito o lugar de ellas), un frágil ser humano cuyo resplandor pudimos contemplar, el Hijo único nacido del Padre, favorecido en todo y lleno de verdad, medio o instrumento plenario del favor y la verdad, el Cristo que platicó de Dios. Lo que puedo repetir más brevemente: Jesús es Dios, unigénito del Padre; Luz, Vida, Verdad y Favor (y su depositario, a la vez), mediador de toda hechura, favor y verdad; frágil ser humano, el Cristo (= Mesías), que platicó de Dios.

Judas, el hermano de Santiago (Ju 01: 01) escribe que Jesús es 'el único Amo [DespothV] y Señor ', y que tuvo que ver con los hechos narrados en el Exodo (Ju: 01: 03-16)...

El autor de la Carta a los Hebreos habla de Jesús como el Hijo, a quien Dios puso como heredero de todo, por medio del cual él hizo todas las cosas; quien a su vez es resplandor y reflejo del brillo de Dios, y es marca y huella de la realidad de Dios (Hb 01 01-03), y lo presenta como sacerdote en jefe para siempre, a la manera de Justo Mirrey [Melchi-Sedek] (Hb 06: 20): ¡un sacerdote que tiene que ver con Justo Mirrey, y no tiene que ver nada con Aarón! (Hb 07: 17).

Prescindiendo ya de fuentes, citas y autoría, podemos intentar agrupar en esta forma que sigue la mayor parte de lo dicho (que puede interpretarse según la fórmula: A + B + C + ... = P + Q + R + ... (literales que corresponden al sujeto de la oración y a los predicados que se le suman al ir siendo a él atribuidos); o, si se prefiere, según ésta A = B = C = D ... = P = Q = R = ... (apósitos que en una especie de sinonimia pueden predicarse todos unos de otros):

este ser humano [el hijo del hombre] - el mismo que te ha estado hablando - el mismo que miraste y está hablando contigo - alguien que les está hablando -

el tal Jesús [ya muerto] - ése que así se llama - el de Nazaret (o el 'nazareno') - el hijo de José -

[es, a lo que dicen]

un descendiente directo de David y de Abraham - alguien grande - al que dirán 'hijo del Altísimo' - al que Dios, el Señor, le dará la corona de David y gobernará por siempre sobre la raza y la tierra de Jacob - al que dirán 'santo' e 'hijo de Dios' -

una buena persona - un hombre acreditado por Dios - de quien escribió Moisés en La Ley y escribieron Los Profetas - el profeta que el mundo estaba esperando - el que viene en nombre del Señor - el borrego de Dios, que suprime el pecado de este mundo - al que crucificaron los judíos - al que Dios puso en pie de nuevo, librándolo de la muerte - al que Dios hizo Señor e hizo Cristo -

el Profeta - el Mesías, al que le dicen 'el Cristo' - el Cristo (= 'el Libertador') - un hijo de Dios - el hijo de Dios, un rey de Israel - el rey de Israel - rey de los judíos - el novio -

un profeta - un rabino (= 'maestro') - el Maestro - mi Señor - el Señor - mi Señor y mi Dios -

[y él dice de sí mismo que es]

la puerta de las borregos - el auténtico pastor - la puesta en pie - la vida - el camino - el pan que da la vida - el pan lleno de vida, que está bajando desde el cielo - la luz del mundo - la verdad - la vida - la verdadera vid -

[y otros más dicen de él que es]

el Hijo de Dios - el Hijo amado de Dios - copia [imagen] de Dios, el invisible - hermano mayor de todas las creaturas - medio, fin y principio de toda creación - anterior a todo, firme y sólido gracias a él - cabeza del cuerpo, que es la Iglesia - el primero en ser parido de entre los muertos, para ser el primero de todos en todo - la casa en que Dios quiso hacer que habitara todo - aquel por medio del cual y para el cual Dios quiso volver a poner en orden todas las cosas - por la sangre de cuya cruz Dios puso todo en paz -

el Cristo, el Hijo de Dios - el Logos - Dios - medio o instrumento hacedor de todo - mediador de toda hechura, favor y verdad - unigénito del Padre - Luz, Vida, Verdad, Favor (y depositario de esto, a la vez) - frágil ser humano, el Cristo (= Mesías), que platicó de Dios -

el único Amo [DespothV] y Señor -

el Hijo, a quien Dios puso como heredero de todo, por medio del cual él hizo todas las cosas - resplandor y reflejo del brillo de Dios - marca y huella de la realidad de Dios - sacerdote en jefe para siempre, a la manera de Justo Mirrey -

[y él afirma también esto:]

"Yo y el Padre somos uno mismo" - "yo soy" - "yo soy, desde antes de que Abraham viniera a la existencia".

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014

14. Otras muchas cosas dicen de él los otros tres evangelistas: Mateo, Marcos y Lucas. Dos breves citas de ellos pueden hacerlos siquiera mínimamente presentes en esto que hoy escribo:

Mateo ofrece una genealogía de Jesús que, por cuarenta y dos generaciones, se remonta hasta Abraham, padre del pueblo hebreo (Mt 01: 01-17): Una septena doble, desde Abraham hasta David; otra doble septena, desde David hasta la deportación a Babilonia, y la otra doble septena, desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo o Mesías, el Libertador, el Elegido de Dios.

Lucas (Lc 01: 26-38) da su versión acerca de la concepción misma de Jesús, en la que, en Nazareth, población de Galilea, Gabriel, mandadero de Dios, visita a una jovencita, y le dice: No tengas miedo, María; pues la mirada de Dios te es favorable: Quedarás embarazada y parirás un hijo. Le vas a poner 'Jesús', y va a ser alguien grande. Le dirán 'hijo del Altísimo', y Dios, el Señor, le dará la corona de David, su padre. Gobernará por siempre sobre la raza y la tierra de Jacob, y su reinado no tendrá término alguno. (...) Bajará sobre ti espíritu santo, y fuerza del Altísimo te sombreará. Por eso, le dirán también 'santo' a lo que nazca, y le dirán también 'hijo de Dios'.

Y, dejando al quehacer de los más estudiosos el resto de estos otros tres evangelistas, paso simplemente a presentar algunos otros testimonios neotestamentarios:

Primero, el del inicio de la Carta a los Hebreos (01: 01-03):

Dios habló, en otros tiempos, a los antepasados, en los escritos de los profetas. Y lo hizo poco a poco, y de muchas maneras... Pero, finalmente, en estos tiempos, nos habló a nosotros. Y lo hizo en aquél que es el Hijo.

A él es a quien puso como heredero de todo; e incluso fue por medio de él por quien hizo todas las cosas.

Este Hijo es resplandor y reflejo del brillo de Dios, y es marca y huella de la realidad de Dios. Y él es quien sostiene todo con la fuerza de su palabra...

Después de haber hecho la limpia de los pecados, este Hijo se sentó en lo alto, en el lugar de honor, a la derecha de la Grandeza misma...

En él, es obvio, a la pregunta '¿quién es Jesús?' se nos responde que él es el Hijo, a quien Dios puso como heredero de todo, por medio del cual él hizo todas las cosas; quien a su vez es resplandor y reflejo del brillo de Dios, y es marca y huella de la realidad de Dios.

Y de esa misma carta, varios capítulos se dedican a presentarnos a Jesús en el contexto hebreo más relacionado con el templo (cuya cortina se rasgó a la muerte de Jesús, en expresión simbólica de un evangelista): Como el sacerdote nuevo de la nueva ley, de la nueva liturgia, de la alianza nueva, del nuevo templo, de la sangre nueva, del nuevo sacrificio y de la nueva ofrenda (Hb 05:01 - 10:18): Un sacerdote en jefe para siempre, a la manera de Justo Mirrey [Melchi-Sedek] (06: 20):

Es interesante el modo de razonar de el autor de este escrito, cuya mentalidad difiere en mucho de la de Juan, pero de quien no podemos decir que su fe y su confianza en Jesús fuera otra que la del cuarto evangelista. Sirva de ejemplo un trozo de su escrito (Hb 06:20 - 07:17):

Justo Mirrey era rey de la antigua Jerusalén y sacerdote del Dios de las Montañas..: Cuando Abraham regresaba de derrotar a los reyes, él le salió al encuentro y lo bendijo. Y Abraham compartió con él la décima parte de todo.

Como su nombre lo indica, Justo Mirrey es, en primer lugar, un rey justiciero. Pero también es un rey bondadoso y pacífico, porque 'Jerú-Salén' quiere decir 'cimiento de paz y bienestar'. El aparece de repente en la Biblia, sin que haya nada de su origen: Sin padre ni madre, ni árbol genealógico. Y así también desaparece, sin que haya nada de su término. Y, con todo esto, se hace que se parezca al Hijo de Dios... ¡Y sigue siendo sacerdote para siempre!

Caigan en la cuenta de la grandeza de este personaje: El mismo patriarca Abraham le da la décima parte de lo mejor del botín. Es cierto que los descendientes de Leví, al recibir el sacerdocio, reciben también el mandato de cobrar la décima parte al pueblo. O sea: de cobrarla a sus hermanos; todo ello entre los descendientes de Abraham. Pero él no desciende de Abraham. ¡Y Abraham le pagó la décima parte! El bendijo a Abraham, que era a quien se le habían hecho las promesas. Y no hay ninguna duda de que una bendición va siempre de lo superior a lo inferior.

También es cierto que se dan décimas partes a los difuntos... Pero, en este caso, se trata de alguien de quien consta que está vivo. Y hasta se puede decir que el mismo Leví pagó su décima parte, por medio de Abraham: ¡Leví, que es el encargado de cobrarla! Porque Leví estaba como en semilla dentro de su antepasado Abraham, cuando Justo Mirrey le salió al encuentro...

El pueblo recibió la ley en estrecha relación con el sacerdocio de Leví y de sus descendientes. Si por medio de ese sacerdocio las cosas se hubieran llevado a cabo por completo, ya no hubiera habido necesidad de que se pusiera de pie otro sacerdote: O sea, ¡un sacerdote que tiene que ver con Justo Mirrey, y no con Aarón!

No sólo, pues, para el hagiógrafo, Jesús es 'resplandor y reflejo del brillo de Dios, y marca y huella de la realidad de Dios' (Hb 01: 03); también es ¡un sacerdote que tiene que ver con Justo Mirrey, y no [tiene que ver nada] con Aarón! (Hb 07: 17).

Para seguir con el muestrario, en busca de respuesta cristiana a la pregunta acerca de Jesús, podemos acudir a la carta de Judas, la última de las cartas llamadas 'católicas' integradas en el Nuevo Testamento (Ju: 01: 03-16):

He estado poniendo todo mi empeño en escribirles acerca de la liberación que compartimos. Pero juzgué necesario hacerlo ya, para invitarlos a que defiendan la confianza que de una vez por todas se les ha dado a los cristianos. Porque se han infiltrado ciertas gentes impías, para quienes de antiguo ya estaban escritas las condenas: Se trata de gente que convierte en desenfreno los favores de Dios, y que niega al único Amo y Señor nuestro, que es Jesús, el Cristo. Por eso, quiero recordarles cosas que ustedes tienen ya sabidas:

Jesús liberó al pueblo, sacándolo del país de Egipto; y destruyó en seguida a los que no creyeron. Y encerró para el juicio del gran día, bajo tinieblas y cadenas eternas, a aquellos mandaderos que no mantuvieron sus orígenes, sino que abandonaron su propio domicilio.

Y, así también, aquellos cinco pueblos pecadores que, en pleno desenfreno sexual, buscaron uniones carnales inapropiadas, fueron sometidos al castigo del fuego que nunca se apaga, para que sirvieran de escarmiento. ¡Y, a pesar de todo esto, también estos soñadores andan ensuciando la carne, despreciando todo señorío y poniendo en mal al resplandor!

Miguel, el jefe de los mandaderos, cuando discutía con el Calumniador peleando por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a condenarlo y a ponerlo en mal; sino que él le dijo simplemente: '¡que Dios la boca te cierre!' ¡Y éstos, se atreven a insultar y a condenar cosas que ni conocen! ¡Y en cosas que saben por instinto como los animales que no razonan, ellos se pervierten a sí mismos!

¡Pobre de esta gente!: Se fueron por los caminos de Caín; se escurrieron por unos centavos en los errores de Balán, y perecieron en la revuelta del Calvo. ¡Esta gente es la mancha de las comidas comunitarias de ustedes, al atragantarse sin ninguna vergüenza!:

Son pastores que a sí mismos se apacientan;
son resecos nubarrones que cualquier viento dispersa;
son los árboles sin frutos cuando llega la cosecha:
son los muertos troncos muertos que se arrancan y se queman.

Son del mar olas salvajes
que vomitan como espuma disparates;
son cometas aberrantes
que se pierden en eternas soledades
y negruras espaciales...

Enoc, el séptimo desde Adán, dijo acerca de ellos esta profecía: "El Señor se presentó, rodeado de millones de seres celestiales: Vino a entablar un juicio contra todos, y a reprochar a los impíos todas las impiedades que en su impiedad cometieron, y todas las palabras ofensivas que en su pecado e impiedad profirieron contra él".

Son gente que se la pasa murmurando y quejándose de su suerte, y que se comporta a su propio capricho y antojo. Gente que no sabe decir sino cosas exorbitantes, y que no se fija sino en lo que le produce ganancia.

Para Judas (que a sí mismo se llama 'hermano de Santiago' (01: 01), Jesús es 'el único Amo y Señor nuestro' [to monoV DespothV kai KurioV hmwn], y, al parecer, tuvo que ver algo con los hechos narrados en el Exodo... Lo que sí es del todo evidente es que su mentalidad cultural, no por eso su persuasión y su esperanza, disuena algo de la de otros autores del Nuevo Testamento.

De Pablo baste anotar su concepción del Cristo, de quien no duda un momento sea Jesús, como cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo; concepción desarrollada especialmente en su carta primera a los cristianos de Corinto, y en las dirigidas a las comunidades de Tesalónica y Colosas. De ésta última tomamos este breve ejemplo (Co: 01: 15-20), para encontrar en él nuevas respuestas a nuestra pregunta inicial, '¿quién es Jesús?'

El Hijo amado de Dios es copia de Dios, el invisible, y es hermano mayor de todas las creaturas.

Gracias a él, todas las cosas fueron creadas, así en la tierra como en el cielo: Las que se ven y las que no se ven: sean asientos o señoríos, sean principios o poderes: ¡Todo fue creado por medio de él y para él!

El es anterior a todo, y todo está firme y sólido gracias a él. Y él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.

El es el principio: El primero en ser dado a luz de entre los muertos, para ser él mismo el primero de todos en todo:

Dios quiso darse este gusto: Hacer que absolutamente todo hallara casa en él, volver a poner en orden todas las cosas por medio de él y para él:

Dios puso todo en paz por medio de la sangre de su cruz: Así las cosas terrenas, como las celestiales. ¡Todo por medio de él..!

Quiero hacer un muy breve resumen de todo esto anterior, antes de poder pasar a lo siguiente; es decir: en el menor espacio posible, recoger, siquiera en expresiones mínimas y ahorrándome toda referencia a su fuente concreta, un conjunto de ejemplos de respuestas que el Nuevo Testamento nos da a la pregunta hecha '¿quién es Jesús?', referencia y verdad la más profunda de todo cristiano y de toda la comunidad cristiana, hoy casi bimilenaria y casi 'universal'.

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013

13. Los anteriores trozos, entresacados de una traducción del 'Evangelio de San Juan', pueden ser ante todo una invitación a leerlo y saborearlo completo (así como a los otros tres); pero a la vez nos aproximan un poco a una respuesta a la pregunta antes planteada: '¿quién es Jesús?'; en particular, a la que 'Juan' da a los destinatarios de su escrito, en que el autor expresa su persuasión y la de la comunidad con que él se identifica: sea (si de veras lo escribió Juan) la de los Doce y aquélla, parte y expresión de ésta, a la que él escribe, o (si no) simplemente la Iglesia desde la que él escribe y para la que escribe, tan amplia o estrecha como quiera concebirse, pero, a fin de cuentas, aquella 'comunidad cristiana' que para el autor era presente.

Las palabras con que lo expresa aparecen a veces como suyas: del autor; otras, como del mismo Jesús (en las que dice quién es él o qué es él, o en las que lo da a entender en algún modo); otras no son de él, sino de otros personajes, entre los que se pueden distinguir: los 'amigos' de Jesús, sus 'enemigos', y algunos que parecen ser para con él 'indiferentes'. De todas ellas, algunas en algún modo dicen o 'explican' quién es él; otras, parecen simplemente nombrarlo. Podemos empezar por estas últimas:

Nombran simplemente a Jesús, como para llamarlo o identificarlo, las siguientes expresiones: En palabras de Jesús, 'este ser humano' (01: 51); 'yo, el mismo que te ha estado hablando' (04: 26); 'el mismo que miraste, y el que está hablando contigo' (10: 35). En palabras de otros: 'Jesús, el de Nazaret; el hijo de José' (01: 45); 'Jesús, el hijo de José' (06: 42); 'ése que se llama 'Jesús' (09: 11); 'Jesús, el nazareno' (18: 05); Jesús (20: 31). Todas ellas de por sí no parecen 'predicar' nada acerca de Jesús: se presentan simplemente en 'caso recto' para nombrarlo, para referirse a él, sin afirmar nada de él.

Puede todavía decirse, sin embargo, que algunas de ellas, en el contexto en que fueron pronunciadas, tienen connotaciones significativas, especialmente para quien tenga conocimiento mayor del Antiguo Testamento; como, por ejemplo, 'este ser humano', que podría hacer referencia al libro de Ezequiel; pero eso vale incluso del mismo nombre propio de 'Jesús' (su nombre 'de pila', en un anacronismo), o aun de sus nombres distintivos ('apellidos', en otro): 'el de Nazaret', 'el nazareno', o 'el hijo de José'. Por lo demás, algún connotado tiene aun el pronombre 'yo', dependiendo de quién lo pronuncie y en qué tono...

En el otro extremo semántico, habría que colocar las expresiones puestas en labios de Jesús, y, sobre todo, aquéllas en las que de sí mismo predica un 'atributo' gramatical, que se podrá discutir si es esencial, calificativo, descriptivo o meramente comparativo. En los textos anteriores, aparecen las siguientes (varias de ellas, por cierto, recogidas en el prólogo juanino):

No las repetiré en su integridad, por seleccionar ahora sólo aquéllas en que, a manera de en las 'definiciones', la expresión (dicha por Jesús) se une al pronombre 'yo' por el indicativo presente del verbo [castellano] ser: 'Yo soy tal o tal cosa': De sí mismo, nos dice pues Jesús que él es el Mesías, al que le dicen 'el Cristo' (04: 26); el pan que da la vida (06: 48); el pan lleno de vida, que está bajando desde el cielo (06: 51); la luz del mundo (08:12; 09: 05); el Hijo de Dios (10: 35); la puerta de las borregos (10: 09); el auténtico pastor (10: 14); hijo de Dios (10: 37); la Puesta en Pie (11: 25); la Vida (11: 25); el Señor (13: 13-14); el Maestro (13: 13-14); el camino (14:06-07), la verdad (14:06-07), la vida (14:06-07); y la verdadera vid (15: 01).

A ellas habría que añadir otras pocas expresiones tremendamente explícitas y misteriosas, que no tienen menor fuerza gramatical o semántica que las anteriores: Principalmente, ésta:Yo y el Padre somos uno mismo (10: 26-29).

Y además aquéllas otras en que, sin otro predicado sino el verbal (que deja de ser copulativo) dice simplemente que él 'es' (citado en su inmediato contexto): Si ustedes no tienen la confianza de que yo soy, van a morir con sus pecados (08: 24); (seguida por pregunta de sus interlocutores y respuesta suya a ella: —¿Quién eres tú?— Para empezar, alguien que les está hablando... (08: 25). Y, por último, estas otras dos, del mismo episodio que las inmediatas anteriores: Cuando ustedes alcen a este ser humano, entonces se van a dar cuenta de que yo soy (08: 28-29), y ¡Yo soy, desde antes de que Abraham viniera a la existencia! ): (08: 58).

Cabe recordar, antes de seguir en esto, que la diferenciación entre mayúsculas y minúsculas (y, mucho más, la precisión en las distinciones de su uso) no se daba en el griego en que fue escrito el evangelio, ni, por muchos siglos, en el de sus copistas, por lo que para una apología del uso actual no puede acudirse a textos muy antiguos. Sí, en cambio, el artículo griego da para distinguir claramente entre expresiones como 'yo soy luz' y 'yo soy la luz'; 'soy el hijo de Dios' y 'soy hijo de Dios'...

Puede pasarse ahora a otras expresiones que en Juan aparecen dichas por 'amigos' o 'partidarios' de Jesús, que más directamente, por tanto, reflejarán el pensar o sentir de la comunidad cristiana. A continuación cito algunas de ellas, quizá las más sencillas y directas de entre ellas, indicando quién las dijo o escribió:

El Bautista (01: 29,34): ¡Mírenlo!: ¡El Borrego de Dios, que suprime el pecado de este mundo..! (...) Yo atestiguo que éste es el Hijo de Dios.

Andrés (01:41): ¡Ya encontramos al Cristo! (que quiere decir 'el Libertador' [el escogido y consagrado por Dios, al que todos estábamos esperando].

Felipe (01: 45): ¡Ya encontramos al mismo de quien Moisés escribió en La Ley, y de quien también escribieron Los Profetas!: Es Jesús, el de Nazaret; el hijo de José.

Natanael (01:49): ¡Rabino!: ¡Tú eres el hijo de Dios! ¡Eres un rey de Israel!

La gente (de la otra ribera del Lago Galileo) (06: 14): ¡De veras que éste es el profeta que el mundo estaba esperando!

La gente (en Jerusalén, en la fiesta de las Enramadas) (07: 12): ¡Es una buena persona! (07: 40): ¡De veras que éste es el Profeta!, ¡Este es el Cristo!

La gente (en Jerusalén, en vísperas de la última Pascua) (12: 13): ¡Bendito es el que viene en nombre del Señor! ¡Bendígalo el Reino de Israel! ¡Recíbalo, que ya llegó su Rey!

Magdalena, la mañana de la Pascua (20: 13): Porque quitaron a mi Señor, y no sé donde lo pusieron; (20: 16): ¡Rabino! (que quiere decir: '¡Maestro!').

Tomás (20: 28): ¡Señor mío y Dios mío!

El evangelista (20: 31): Estas cosas fueron escritas para que ustedes tengan la confianza de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.

Si no de un 'amigo', tampoco parece ser de un 'enemigo', sino simplemente de un 'indiferente' la expresión escrita por Pilato para indicar en la cruz la causa de Jesús (19: 19): Jesús el Nazareno, el rey de los judios.

Por último, dejando algún quehacer a otros, quiero volver al Bautista, por una expresión no tan citada que usa él refiriéndola a Jesús (03: 27,29): Nadie puede agarrar nada, sino lo que desde el cielo se le da. (...) El que está abrazado con la novia, ése es el novio. Y el amigo del novio, el que está al pendiente y escuchando, se llena de alegría al oír lo que el novio está diciendo. ¡Y ésta alegría mía es la que ya se me completó a mí!

De Jesús, pues, si bien en una comparación, también se dijo que era 'el novio' (lo cual nos sugiere revisar las expresiones todas anteriores, por deslindar, si se puede, las 'comparativas' y las 'no comparativas', las 'literales' y las 'metafóricas'... de lo cual trataremos más abajo.

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2007-08-24

012

12. La primera, en este orden, sería la ofrecida en el prólogo de Juan (01: 01.18), cuya densidad me exige transcribirlo todo:

°Al principio ya había Palabra: La Palabra estaba enfrente de Dios, y la Palabra misma también era Dios.

Desde el principio, la Palabra ya estaba enfrente de Dios: Todas las cosas fueron hechas por medio de esa Palabra; y nada de lo que existe ha sido hecho al margen de ella.

En la Palabra había vida, y esa vida era la luz para la raza humana. Esa luz está brillando en la obscuridad; y la obscuridad no la sofoca.

° Hubo un hombre que fue enviado por Dios: Se llamaba Juan, y anduvo como testigo: Su misión fue la de dar testimonio acerca de la Luz, para que, por él, todos fueran teniendo confianza.

Juan no era la Luz; sino quien había de dar testimonio de la Luz.

Estaba, además, la Luz: La verdadera Luz, la que ilumina a todos. Y ya estaba viniendo a este mundo.

Ya estaba en el mundo, puesto que el mundo fue hecho por medio de ella; pero el mundo no la reconocía: Había venido a lo que era suyo; pero los suyos no la habían aceptado.

A todos los que la recibieron, a los que ponen su confianza en la persona de esa luz, ella les ha dado la capacidad de convertirse en hijos de Dios.

Estos hijos de Dios no nacen de la sangre, ni nacen del querer de la fragilidad humana, ni tampoco de la voluntad de un varón; sino que nacen del mismo Dios.

° Y la Palabra se llegó a ser un frágil ser humano, y puso su enramada en medio de nosotros. Y pudimos contemplar su resplandor: el propio del Hijo único nacido del Padre, favorecido en todo y lleno de verdad.

Juan da testimonio acerca de él, y dice en voz alta:

Este es aquél de quien yo dije:

'Este que viene después de mí, me saca ventaja desde que existe; puesto que él ya era, antes que yo.'

° Porque todos nosotros hemos recibido favor tras favor, como algo que nos llega de la abundancia aquella de la que él está lleno.

Pues la ley se dio por medio de Moisés; pero el favor y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús, el Cristo.

A Dios nadie lo ha visto nunca; pero su Hijo único, el que se la pasa abrazándolo de frente, fue quien nos platicó de él.

De este prólogo juanino pueden entresacarse por lo menos estas afirmaciones acerca de quién es (o quién era) Jesús; y, al hacerlo, substituyo 'palabra' por el 'logos' transliterado del griego original [logoV] , de posibilidades múltiples de traducción ('palabra', 'verbo', 'dicho', 'razón', 'comprensión mental', 'expresión interior consciencial', etcétera), el elegir alguna de las cuales supondría un conocimiento amplio del muy probable substrato gnóstico de la expresión, o un condicionamiento a alguna escuela teológica exitosa).

Así pues, según el prólogo juanino, Jesús es:

El Logos, que ya era al principio, y estaba enfrente de Dios, y también era Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de ese Logos.

Estaba, además, la Luz: La verdadera Luz, que estaba viniendo ya a este mundo. Ya estaba en el mundo, puesto que el mundo fue hecho por medio de ella.

En el Logos había vida, y esa vida era la luz para la raza humana.

El Logos se llegó a ser un frágil ser humano, y puso su enramada en medio de nosotros. Y pudimos contemplar su resplandor: el propio del Hijo único nacido del Padre, favorecido en todo y lleno de verdad.

Nosotros hemos recibido favor tras favor, como algo que nos llega de la abundancia aquella de la que él está lleno. Pues el favor y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús, el Cristo.

A Dios nadie lo ha visto nunca; pero su Hijo único, el que se la pasa abrazándolo de frente, fue quien nos platicó de él.

Abreviando aún más, podemos decir, con Juan, que Jesús es el Logos, que es Dios, por medio del cual es hecho todo lo demás.

Muy probablemente es también Luz y es Vida (aunque no tanto se dice que él lo sea, sino que en él ellas se dan, se le aplican sin embargo iguales predicados [todas las cosas fueron hechas por medio del Logos = el mundo fue hecho por medio de la Luz]; aunque, en un lenguaje posterior, podría tal vez interpretarse más bien que la Luz y la Vida son el 'Espíritu Santo'. En todo caso, en el Logos había vida, y esa vida era la luz para la raza humana.

Es, además, un frágil ser humano, que puso su enramada en medio de nosotros; pero que, sin embargo, 'resplandece', puesto que pudimos contemplar su resplandor.

Y es también el Hijo único nacido del Padre, favorecido en todo y lleno de verdad (Verdad que pudiera ser sinónimo de Luz y Vida, igual que de 'Favor', por los paralelismos fraseológicos del texto original).

Por último, nosotros hemos recibido favor tras favor, como algo que nos llega de la abundancia aquella de la que él está lleno. Pues el favor y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús, el Cristo. Y a Dios nadie lo ha visto nunca; pero su Hijo único, el que se la pasa abrazándolo de frente, fue quien nos platicó de él.

A la pregunta, pues, sobre Jesús, nos responde el prólogo de Juan con una serie de sustantivos que, si bien en diversa forma, pueden predicarse de él:

El Logos, Dios, medio o instrumento hacedor de todo, Luz, Vida (o, al menos, depósito o lugar de ellas), un frágil ser humano cuyo resplandor pudimos contemplar, el Hijo único nacido del Padre, favorecido en todo y lleno de verdad, medio o instrumento plenario del favor y la verdad, el Cristo que platicó de Dios.

Lo cual, repetido más brevemente, nos dice que Jesús es Dios, unigénito del Padre; Luz, Vida, Verdad y Favor (y su depositario, a la vez), mediador de toda hechura, favor y verdad; frágil ser humano, el Cristo (= Mesías), que platicó de Dios... Con lo cual tendríamos suficiente para discurrir toda la vida. Pero puede ser conveniente seguir oteando en el relato evangélico de Juan, y especialmente en los discursos que en él se ponen en labios de Jesús.

Por no alargar esto mucho más de lo previsto, no transcribiré ahora frases de ellos que enuncian o apenas sí matizan lo mismo que el prólogo presenta; y, aun de las restantes, sólo algunas, que puedan parecerme de mayor significancia:

Un primer conjunto de ellas se ubican a la orilla del Jordán, puestas en boca del Bautista, de Jesús mismo o de sus primeros seguidores:

Juan lo presenta así (01: 29-34): ¡Mírenlo!: ¡El Borrego de Dios, que suprime el pecado de este mundo..! (...) El mismo que me mando a bañar con agua a la gente, fue quien me dijo: Cuando tú veas que el Espíritu baja y se queda sobre de uno, ése es el que baña con espíritu santo a la gente'. Eso fue lo yo que vi, y por eso yo atestiguo que éste es el Hijo de Dios.

Allí mismo, al otro día, dos de los aprendices de Juan empezaron a seguir a Jesús, y le preguntaron (01: 38): ¿Dónde te estás quedando, Rabino? (que quiere decir 'maestro'). El los invitó a mirar, y se quedaron con él toda la tarde.

Muy pronto, uno de ellos, Andrés, informó a Simón, su Hermano (01:41): ¡Ya encontramos al Cristo! (que quiere decir 'el Libertador': el escogido y consagrado por Dios, al que todos estábamos esperando). Y así fue como Andrés arrimó con Jesús a su hermano.

Al día siguiente, Jesús decidió irse para Galilea, e invitó allí a Felipe a acompañarlo; quien habla a Natanael de él (01: 45): ¡Ya encontramos al mismo de quien Moisés escribió en La Ley, y de quien también escribieron Los Profetas!: Es Jesús, el de Nazaret; el hijo de José.

Cuando, después de dudarlo un poco, Natanael busca a Jesús, acaba por decirle (01:49): ¡Rabino!: ¡Tú eres el hijo de Dios! ¡Eres un rey de Israel! A lo que Jesús añadió luego (01: 51): Van a ver que el cielo está abierto, y van a mirar a los mandaderos de Dios, que suben y bajan sobre este ser humano (palabras estas tres últimas con las que sin duda se refirió a sí mismo).

Al acercarse la fiesta de la Pascua, Jesús subió a Jerusalén, y fue al templo, y fustigó a los comerciantes que lo profanaban, diciendo a algunos de ellos, a los palomeros (02: 16): ¡No conviertan la casa de mi Padre en un mercado!

En entrevista nocturna con Nicodemo (que era del grupo de los separados, y gente importante de entre los judíos), Jesús le habla del Viento, y le afirma (03: 11): Nosotros decimos lo que sabemos y atestiguamos lo que hemos visto. (...) Y continúa (03: 13): Nadie ha subido al cielo, sino el mismo que bajó del cielo: este ser humano, que está en el cielo.

A lo que el comentarista añade amplio paréntesis (03: 16-21), en que afirma que a tal grado amó Dios al mundo, que entregó a su único Hijo; para que no perezca nadie de los que confíen en él; (...) porque Dios mandó al Hijo que viniera al mundo, no para condenar al mundo; sino para librar al mundo por medio de él. (...), y quien desconfía de él, ya con eso está condenado..: ¡Por no confiar en la persona del Hijo único de Dios!

Entre tanto, Juan también seguía con sus bañadas, y ante él acusaron a Jesús de hacer lo mismo. Juan lo defendió, arguyendo (03: 27,29,34-35): Nadie puede agarrar nada, sino lo que desde el cielo se le da. (...) El que está abrazado con la novia, ése es el novio. Y el amigo del novio, el que está al pendiente y escuchando, se llena de alegría al oír lo que el novio está diciendo. ¡Y ésta alegría mía es la que ya se me completó a mí! (...) El que fue enviado por Dios, habla con palabras de Dios; porque él no regatea al estar dando el Espíritu. El Padre ama al Hijo, y todo se lo ha puesto en la mano.

De camino de Judea a Galilea, Jesús pasa por Samaria. Allí dialoga con una mujer a la que dice (04: 14): El que beba del agua que yo le voy a dar, para siempre no va a volver a tener sed; sino que el Agua que le voy a dar, dentro de él se va a convertir en un manantial de un agua que borbotea dando auténtica vida.

Y al comentario de ella acerca de su esperanza en la llegada de "el Mesías, al que le dicen 'el Cristo'", Jesús se le presenta (04: 26): ¡Ese soy yo, el mismo que te ha estado hablando!

Algún tiempo después, Jesús subió a Jerusalén, a una fiesta. Y allí curó a un baldado que llevaba ya treinta y ocho años de enfermo, y le dijo que cargara su tendido, en día de descanso sagrado. Y comenta quien escribe (05: 17): Y, por esto, todavía más lo buscaban los judíos, para matarlo: Porque no solamente se tomaba libertades en descanso sagrado; sino que, además, a Dios le decía 'su Papá', y, con eso, él mismo se igualaba con Dios. Y todavía ellos añadieron (07: 20 [sic]): ¡Lo que pasa es que tú estás enchamucado!

Y sigue el comentario, que Juan pone en boca de Jesús (05: 19-23): El Hijo no puede hacer nada por iniciativa propia, si no ve antes lo que hace el Padre. Y eso que el Padre hace, el Hijo lo hace igual que él. (...) Pues así como el Padre pone en pie a los muertos y los hace vivir, así también el Hijo les da vida a quienes quiere dársela. Y así mismo (05: 24-25): Así como el Padre está lleno de vida, así le dio también al Hijo que esté lleno de vida; y le dio la autoridad para que juzgue y dé sentencia, porque el Hijo es ser humano.

Y, concluye, en boca de Jesús (05: 39): Pónganse a estudiar la Biblia y pónganse a buscar en ella; puesto que a ustedes les parece que en ella tienen auténtica vida..! ¡Esa misma Biblia es mi testigo, y ella da testimonio acerca de mí! Y (05: 46): Si ustedes le tuvieran confianza a Moisés, también me tendrían confianza a mí; puesto que Moisés escribió acerca de mí.

Al otro lado del Mar de Galilea, lo fue siguiendo mucha gente, él les dio de comer con cinco panes y dos peces, tras lo cual la gente comentaba (06: 14): ¡De veras que éste es el profeta que el mundo estaba esperando!

Evocaron ellos el maná, como señal del cielo, y él replicó (06: 32-33): No fue Moisés quien les dio a ustedes el pan llegado del cielo; sino que es mi Papá quien les está dando el pan verdadero que les llega del cielo. Porque el pan de Dios, es quien está bajando del cielo y está dando vida al mundo. Y a petición por pan de ellos, les añadió (06: 48): ¡Yo soy el pan que da la vida!

Los judíos lo conocían perfectamente, y cuchicheaban (06: 42): ¡Este es Jesús, el hijo de José! Y nosotros conocemos a su papá y a su mamá... ¿Cómo es que ahora anda diciendo: 'Yo bajé del cielo'? Lo que da ocasión a otro paréntesis del evangelista (06: 46): (Esto no quiere decir que alguien haya visto al Padre; a no ser el que tiene su ser a partir del Padre: ¡Ese sí que ha visto al Padre!)

Jesús retoma el tema alimenticio (06: 51): ¡Yo soy el pan lleno de vida, que está bajando desde el cielo! Y concluye (06: 56-58): Si uno come mi cuerpo y bebe mi sangre, él se queda dentro de mí, y yo me quedo dentro de él. A mí me envió el Padre, que está lleno de vida, y yo estoy lleno de vida, alimentado por el Padre. Así también, todo el que me coma, al ser alimentado por mí, va a estar lleno de vida. ¡Este pan es el que bajó del cielo!: No como el que comieron los antepasados, que murieron: El que coma este pan, estará vivo para siempre...

El episodio termina con la retirada de muchos y la pregunta de Jesús a su Docena, a la que Pedro responde, como ya lo vimos antes (Cfr 06: 68-69).

A la siguiente fiesta de las enramadas, Jesús, subido a Jerusalén medio de incógnito, andaba durante la feria en las habladas de la gente (07: 12): Unos decían: "¡Es una buena persona!" Pero otros decían: "¡No!: es alguien que desorienta a la gente". Otras habladas eran (07: 25-27): "¡Qué!, ¿no es éste al que tratan de matar? El hecho es que habla abiertamente, y no le dicen nada... ¿Será que ya los principales se habrán dado cuenta de que de veras él es el Cristo, el Elegido? Pero, de éste, sabemos de dónde viene; y, cuando el Cristo venga, nadie va a saber de dónde viene."

Y el último día de nuevo se suscitó la discusión (07: 40-42): Del gentío, algunos decían "¡De veras que éste es el Profeta!", y otros: "¡Este es el Cristo!"; pero otros contestaban: "¿Cómo el Cristo va a venir de Galilea? ¿No dice la Biblia que vendrá 'de la fértil semilla de David, y del pequeño rancho de Belén, la tierra de David'?" Y la discusión se dio hasta entre las autoridades del más alto nivel.

En esos días, Jesús también les dijo, en el templo, donde las alcancías (08: 12): ¡Yo soy la luz del mundo! El que camine siguiéndome a mí, es seguro que no va a andar en medio de oscuridades; sino que va a tener la luz que da la vida.

Y, a propósito de sus declaraciones, expresó (08: 14): Aunque sea yo quien declara acerca de mí mismo, mi declaración sí tiene valor; porque yo sé de dónde vengo y a dónde voy. Y (08: 16): Si yo me pongo a juzgar, mi juicio sí tiene valor. Porque no soy yo solo quien está juzgando, sino que somos yo, y el Padre, que me envió. Y en seguida completó (08: 19): Ustedes no saben quién soy yo, ni tampoco saben quién es mi Papá: Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Papá.

Y luego precisó más todavía (08: 23): La realidad de ustedes viene de lo de abajo; La mía, de lo de arriba. La de ustedes viene de este mundo; la mía, no. Para continuar (08: 24): Si ustedes no tienen la confianza de que yo soy, van a morir con sus pecados. Y concluir, a pregunta expresa que le hicieron (08:25): —¿Quién eres tú?— Para empezar, alguien que les está hablando...

Nada le entendieron, y añadió (08: 28-29): Cuando ustedes alcen a este ser humano, entonces se van a dar cuenta de que yo soy, y de que no hago nada por mi cuenta; sino que, si les hablo algo, es conforme a lo que el Padre me enseñó. Y el que me envió, está conmigo y me acompaña: El nunca me deja solo, porque yo siempre hago lo que le gusta a él.

Cuando, por defenderse, ellos le dijeron (08: 41): ¡El único padre que tenemos, es Dios!, él les contestó (08: 42): Si Dios fuera su padre, ustedes me tendrían amor a mí... Porque yo salí de Dios, y vine de parte de él. Y todavía añadió, retándolos (08: 42): ¿Quién de ustedes puede echarme en cara algún pecado? Y a la respuesta de ellos (08: 48): ¡Bien decimos que tú no eres fiel a nuestra religión, y que tienes un chamuco dentro!, les contestó (08: 49): ¡No tengo dentro ningún chamuco..! A mi Papá, yo lo honro y lo respeto.

Insistieron, ofendiéndolo (08: 53): ¿Quién te crees que eres?, y todavía les contestó (08: 54): Si yo mismo me hago propaganda, mi prestigio no sirve para nada. Pero quien me llena de gloria es mi Papá, el que ustedes dicen que es su Dios. Sólo que ustedes no lo conocen, y yo sí lo conozco. Y, por último, añadió, todavía en el templo (08: 58): ¡Yo soy, desde antes de que Abraham viniera a la existencia!

Se topó después con un ciego de nacimiento, y declaró (09: 05): El tiempo que yo esté en el mundo, yo soy la luz del mundo. Lo envió a lavarse los ojos en la Alberca del Misionero (que quiere decir 'del Enviado'), y luego el ex-ciego profesó (09: 11): Ese que se llama 'Jesús', hizo lodo, y me lo untó en los ojos, y me dijo: 'Ve al Misionero, y lávate'. Entonces, yo fui y me lavé, y recobré la vista.

Algunos segregados concluyeron acerca de Jesús (09: 16): Este hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el descanso sagrado. Y, a su pregunta (¿Tú, qué dices acerca de él?), el ciego respondió (09: 17): ¡Que es un profeta! Y, como le siguieran arguyendo, contestó (09: 25,30-31,33): Yo no sé si sea pecador... Lo que yo sé es que yo era ciego, y que ahora estoy mirando. (...) ¡Pues eso mismo es lo sorprendente..!: ¡Que ustedes no sepan ni de dónde es, y que él haya abierto mis ojos! Sabemos que Dios no oye a los pecadores; sino que a quien él oye es al que le da culto y hace su voluntad... Si éste no fuera alguien que viene de parte de Dios, no podría haber hecho nada.

Jesús se encontró de nuevo al ex-ciego, y le preguntó (10: 35): ¿Tienes confianza en el Hijo de Dios?; y, al preguntar 'quién es' el ciego, Jesús le respondió (10: 35): ¡Es el mismo que miraste, y el que está hablando contigo!

Jesús les contó luego un relato popular, de un corral, su puerta, y los pastores y borregos; y terminó (10: 09,10): Yo soy la puerta de las borregos... Yo soy la puerta: Si un borrego entra por mí, quedará a salvo, y podrá entrar y salir, y hallar pastura. (...) ¡Yo vine para que tengan vida, y para que la tengan sin medida!

Y, al propósito, añadió (10: 14-15): Yo soy el auténtico pastor: Reconozco a los que son míos, y ellos me reconocen; como el Padre me reconoce a mí, y yo lo reconozco a él. Y entrego mi vida por los borregos.

Y completó (10: 17-18): Esta es la prueba de que mi Papá me ama: Que yo entrego mi vida, para otra vez recuperarla. Nadie me la quita; sino que yo la entrego de mi propia cuenta. Tengo poder para entregarla, y tengo poder para agarrarla de nuevo. Es el mandato que mi Papá me dio.

Con lo que de nuevo se suscitó la discusión (10: 19-21): Muchos de ellos, se pusieron a decir: ¡Tiene un chamuco, y está delirando..! ¿Para qué le hacen caso? Pero otros decían: ¡Estas palabras no son las de un enchamucado!: ¡Un chamuco no puede abrirles los ojos a los ciegos!

A la feria siguiente, la de la Renovación, en temporada de lluvias, los judíos le preguntaron, en el Portal de Salomón, en el templo (10: 24): ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo con toda franqueza. Y él les contestó (10: 25): ¡Ya les he dicho eso a ustedes; pero les falta la confianza!

Y añadió (10: 26-29): Y no tienen confianza, porque no son de mis borregos. Mis borregos le hacen caso a mi voz; yo los conozco, y ellos me siguen; les doy auténtica vida, y no se pierden para siempre; y nadie va a poder arrebatármelos de la mano. Mi Papá, que es el que me dio el rebaño, es más fuerte que cualquiera otro. Y a mi Papá, nadie puede arrebatarle algo de las manos. Para concluir, con la más plena claridad (10: 26-29): Yo y el Padre somos uno mismo.

Quisieron apedrearlo, y él les arguyó; a lo que le respondieron (10: 33): No te estamos apedreando por ningún trabajo de provecho; sino por estar blasfemando: ¡Porque tú, siendo un ser humano, te haces Dios a ti mismo! Y él se evadió en esta respuesta (10: 35): La Biblia les dijo 'Dioses' a los que les llegó la palabra de Dios; y la Biblia no puede fallar...

Pero insistió luego en su punto (10: 36-37): A mí, el Padre me separó y me hizo suyo, y me envió a misionar el mundo... ¿Cómo dicen ustedes que ando blasfemando, porque yo dije que soy hijo de Dios? Si yo no hago los trabajos de mi Papá, ustedes no me hagan confianza... Pero, aunque no me hagan confianza: Si yo hago esos trabajos, háganles confianza a ellos; para que sepan y comprendan que el Padre está dentro de mí y yo estoy dentro del Padre.

Habiéndose refugiado Jesús al otro lado del río, en La Datilera enfermó y murió un gran amigo suyo. Al consolar Jesús a una hermana del difunto, ella le expresó su esperanza (11: 24): Ya sé que se va a poner en pie, en la puesta en pie del último día. Pero Jesús le contestó (11: 25): ¡Yo soy la Puesta en Pie; y yo soy la Vida!

Y añadió luego (11: 25-26): El que ponga su confianza en mí, seguirá vivo, aunque se muera. Pues nadie que en vida ponga en mí su confianza, va a morir con una muerte que sea definitiva. ¿Tú tienes esta confianza?

Y ella contestó (11: 27): Sí, Señor: Yo tengo la firme confianza de que tú eres el Cristo, el hijo de Dios: ¡El que había de venir al mundo! Y se fue a avisarle a la otra hermana (11: 28): El Maestro está aquí, y te llama...

Días antes de Pascua, Jesús volvió Jerusalén. El gentío que había ido a la feria se enteró, y salió a recibirlo. Y gritaban (12: 13): ¡Bravo, bravo!, ¡viva, viva!: '¡Bendito es el que viene en nombre del Señor!' ¡Bendígalo el Reino de Israel! ¡Recíbalo, que ya llegó su Rey!

La víspera de la Pascua, estando a la cena, Jesús sabe que el Padre le dejó todo en sus manos, y que él salió de Dios y se va hacia Dios (13: 03). Lava los pies a sus aprendices, y luego les explica (13: 13-14): Ustedes me hablan a mí diciéndome 'Maestro', y 'Señor'. Y hacen bien; porque eso soy yo. Entonces, si yo, que soy el Señor y el Maestro, les lavé los pies a ustedes, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.

Salido Judas de la cena, Jesús se explayó, diciendo (13: 31-32): Ahora, este ser humano se ha llenado de gloria, y, dentro de él, también Dios se ha llenado de gloria. Y si Dios se llenó de gloria dentro de él, Dios, dentro de sí, lo va a llenar de gloria a él. Y lo va a llenar de gloria pronto. Y continuó hablando con ellos.

Les habló de su ida próxima, pero los animó (14: 01-02, 04): ¡Ustedes tienen confianza en Dios, y también en mí tienen confianza! ¡Hay muchos cuartos en la casa de mi Papá! Si no los hubiera, yo no les hubiera dicho a ustedes que me voy para prepararles un lugar. (...) Y ya conocen el camino para donde voy...

Después de esto, a pregunta de Tomás, uno de ellos, respondió (14: 06-07): ¡Yo soy el camino..! Y soy la verdad, y soy la vida. Nadie llega al Padre, si no es yendo a través de mí: Si ustedes me han reconocido a mí, también van a reconocer a mi Papá... ¡Y desde ahora ya lo reconocen, y ya lo tienen visto!

Y a Felipe (14: 08-10): ¡Felipe..!: ¿Llevo tanto tiempo con ustedes, y no me reconoces..?: ¿Cómo es que dices: '¡Señálanos al Padre!'? ¿No tienes la confianza de que yo estoy dentro del Padre, y el Padre está dentro de mí? Las cosas que yo les digo a ustedes, no las hablo de mi propia cuenta: El Padre, que está siempre dentro de mí, es el que hace su trabajo.

Añadió, más delante (14: 26): El Padre va a enviarles a ustedes al Animador: ¡Al Espíritu Santo! Y él les va a enseñar todo a ustedes, de mi parte y por mi cuenta, y les va a recordar todo lo que yo les dije.

Y poco después (14: 28): Ya oyeron que les dije: 'Me voy, y regreso a visitarlos'. Si ustedes me amaran, se pondrían alegres: Porque voy a ir a ver al Padre, y el Padre es más grande que yo.

Continuó hablando con ellos, probablemente de camino (15: 01,05,07-08): La verdadera vid, soy yo, y el trabajador que la cuida, es mi Papá. Quédense dentro de mí, y yo dentro de ustedes. Una guía, si no sigue en la vid, no puede producir nada de por sí; y así tampoco ustedes, si no siguen en mí. Si se quedan dentro de mí y lo que les dije se queda dentro de ustedes, van a pedir lo que quieran, y lo van a conseguir: Mi Papá se llena de gloria con que ustedes produzcan mucho y se conviertan en aprendices míos.

Y volvió a hablarles de su ida: (16: 07,12-13): ¡A ustedes les conviene que me vaya!: Si yo no me voy, el Animador no va a venir a visitarlos. En cambio, si me voy, yo lo voy a mandar a que los visite. Yo tengo todavía muchas cosas que decirles a ustedes; pero son cosas que por ahora ustedes no pueden soportar. Pero cuando él venga, el Espíritu de la Verdad, él va a guiarlos con la verdad total...

Y explicó aún más (16: 13-15): El no va a hablar por cuenta propia. Sino que va a decir lo que oiga, y les va a informar acerca de lo porvenir. El me va a llenar de gloria, porque va a agarrar de mis cosas, y les va a informar a ustedes. ¡Todas las cosas que tiene el Padre, son mías..!: Por eso les dije que va a agarrar 'de mis cosas', y que les va a informar de ellas.

Y así mismo (16: 26-28): Va a llegar el momento en que ya no les voy a hablar a base de ejemplos; sino que les voy a informar acerca del Padre hablándoles con toda franqueza y libertad. Ese día, ustedes van a pedir cosas de parte mía y por cuenta mía. Y yo no les digo que le voy a pedir al Padre a propósito de ustedes... ¡Pues el mismo Padre está encariñado con ustedes, porque ustedes me han entregado su cariño! ¡Y, además, ustedes han tenido, y tienen, la confianza de que yo salí de parte de Dios!: Salí del Padre, y llegué al mundo. ¡Esta vez, dejo al mundo, y agarro camino hacia el Padre!

A lo que ellos respondieron (16: 26-28): ¡Ahora sí que estás hablando con toda franqueza, y sin andar diciendo ejemplos! ¡Ahora nos damos cuenta de que lo sabes todo, y de que no hace falta que nadie te esté preguntando!: Con esto, ya tenemos la confianza de que tú saliste desde Dios.

Después de esto, Jesús, hablando con su Papá, hizo su oración (17). En ella, como de paso, habla de su Papá, de sí mismo y de los suyos, así como de su Poder, su Gloria, su Palabra, su Verdad, su Amor y su Alegría, que, recibidas de su Papá, entrega a los suyos:

§ (17: 01-03): ¡Papá!: Ha llegado el momento... ¡Dale gloria a tu Hijo, para que tu Hijo te llene a ti de gloria! Ha de ser así, por el poder que tú le diste a él sobre todos los débiles seres humanos: El poder de dar vida auténtica y definitiva a la totalidad de aquéllos que tú le tienes dados. (Y esa vida consiste en esto: En que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y que conozcan a Jesús, el Cristo que tú enviaste)

§ (17: 04-05): Papá: Yo te llené de gloria sobre la tierra, llevando a cabo el trabajo que tú pusiste en mis manos para que yo lo hiciera... Ahora, tú lléname de gloria junto a ti mismo, con la misma gloria que yo tenía ya junto a ti desde antes de que existiera el mundo.

§ (17: 20-21): ¡Papá!: No te pido únicamente acerca de ellos; sino también acerca de todos los que pongan su confianza en mí, gracias a la palabra de ellos: ¡Que todos ellos sean uno solo!: Como tú estás dentro de mí y yo estoy dentro de ti, que también ellos sean uno dentro de nosotros; para que crea el mundo que fuiste tú quien a mí me mandaste, como enviado tuyo.

§ (17: 22-23): Yo ya les di también la gloria de la que tú me llenaste, para que ellos sean uno, como nosotros somos uno: Yo dentro de ellos, y tú dentro de mí... Para que en todo estén completos, y alcancen la unidad: ¡Así va a conocer el mundo que tú fuiste quien me enviaste..! ¡Y que, igual que me amaste a mí, también los amaste a ellos!

Atravesaron luego el barranco del Cedrón, hasta una huerta, en la que Jesús fue detenido. A quienes lo detenían, les preguntó (18: 04): ¿A quién buscan? Le respondieron (18: 05): A Jesús, el nazareno. Y él les contestó (18: 05): ¡Yo soy! Y la segunda vez (18: 08): ¡Ya les dije que yo soy..!

Detenido Jesús, fue llevado al patio del jefe de los sacerdotes, y de allí al palacio de gobierno del Imperio, donde los judíos lo presentaron como malhechor (18: 30): ¡Nosotros no te lo hubiéramos entregado, si no se tratara de un malhechor!

Pilatos, el gobernador, lo interrogó (18: 33): ¿Eres tú el jefe de la nación judía? El respondió (18: 33): Mi reinado no es algo que brote de este mundo... Insistió el gobernador (18: 37): Por lo tanto, ¿tú sí eres el jefe de la nación? Y él (18: 33): ¡Tú eres quien dice que yo soy el jefe..! Yo nací para algo, y vine al mundo para algo: ¡Para ser testigo en favor de la verdad! Cualquiera que venga de la verdad, escucha mi voz. Con lo que el gobernador salió y dio su informe a los judíos (18: 33): Yo no hallo en él ninguna causa... Y preguntó (18: 39): ¿Quieren que les deje libre al rey de los judíos?

Al fin, lo entregó a ellos, para que se le crucificara, y él escribió la causa, para que en la cruz fuera exhibida (19: 19): Jesús el Nazareno, el rey de los judios.

En la madrugada del primer día de la semana, habiendo ido Magdalena al sepulcro, llevó a Pedro y a Juan esta información (20: 02): ¡Quitaron del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo hayan puesto! Volvió al sepulcro, y halló dos mandaderos, que le preguntaron por qué estaba llorando. Y les dijo, en respuesta (20: 13): Porque quitaron a mi Señor, y no sé donde lo pusieron.

Miró ella hacia atrás, y vio a Jesús, de pie; pero no lo reconoció y pensó que era el hortelano. Le dijo él por su nombre; lo reconoció, y le dijo (20: 16): ¡Rabino! (que quiere decir: '¡Maestro!'). Entonces, él le dijo (20: 17): ¡Suéltame..!; porque todavía no he subido a ver al Padre. Pero ve a ver a mis hermanos, y diles: 'Subo a ver a mi Papá, que es también el Papá de ustedes; a mi Dios, que es también el Dios de ustedes.' Ella va a los aprendices, y les dice ( 20: 18): ¡Miré al Señor..!

A los ocho días, Jesús los visitó segunda vez, y le dijo a Tomás, uno de ellos (20: 27): Arrima aquí tu dedo, y mira mis manos. Y arrima tu mano, y métela en mi costado. ¡Y no te hagas desconfiado; sino fiel y confiado! Y respondió Tomás (20: 28): ¡Señor mío y Dios mío!

Sigue a esto el episodio de las 'dos veces siete oncenas de pescados grandes, menos uno', ya narrado, y termina Juan con un epílogo (20: 30-31; 21:25), en que después de decir no haber escrito todas las señales que Jesús hizo ante los aprendices, concluye (20: 31): Estas fueron escritas para que ustedes tengan la confianza de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Y para que, al tener confianza, tengan vida de parte de él y por cuenta suya, y dentro de la persona de él.

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